2000 Carta de James

Carta de James

Escrita por James Peck, artista malvinense y entrañable amigo, minutos después de despedirnos en el Aeropuerto de Mount Pleasant , Malvinas. Enero 2000

En diciembre de 1996 finalmente viajé a Buenos Aires , Argentina , para mi primera exposición como Artista. No fue un viaje decidido en el momento, sino que había pasado los últimos 2 ó 3 años previos trabajando y meditando acerca del ofrecimiento de exhibir allí. Fue mi hermana quien le dio la noticia a mi padre sobre mi viaje a la Argentina. Mi padre, Terry Peck, participó junto con el Regimiento 3 de Paracaidistas Británico , en las horribles escenas del combate de Monte Longdon, enfrentando al heroico Regimiento de Infantería Mecanizada 7 de la Argentina , allá en junio de 1982.Siempre respeté su palabra , y si él se hubiera opuesto a mi viaje, la historia hubiera sido bien distinta, pero me dio su apoyo incondicional y, como en cualquier relación padre-hijo, ésto aumentó mi amor y respeto hacia él.

Viajé a la Argentina con todas mis memorias de la infancia acerca de la guerra, con todos mis fantasmas, temiendo incluso ser señalado por los argentinos como «el maldito isleño» responsable de que haya ocurrido el conflicto, hasta me imaginé siendo perseguido por una manifestación de gente enardecida en las calles de Buenos Aires. Esto es lo que realmente ocurría en mi mente por aquellos días.

La gente en Malvinas me decía antes de partir: Nunca digas de donde eres, evitá el tema Malvinas. No contestes a ninguna pregunta política, etc, etc. Pero no soy tan aplomado en estas situaciones. Durante las semanas en que yo , y luego mi mujer y mi hijo, estuvimos en Buenos Aires, siempre dijimos de dónde éramos. Qué objeto tenía esconderse . Eso no iba a solucionar nada.,y además, mentir acerca del origen de uno, me parece realmente bastante patético.

Hablé por radio, y entrevistas por TV. Me preguntaron acerca de la guerra, mis antepasados Malvinenses, si me gustaba la Argentina , etc. También hablé con periodistas gráficos e incluso con argentinos que no estaban de acuerdo con que yo pudiera estar en la Argentina mientras ningún argentino era admitido en las Islas. Todo el tiempo traté de ser muy respetuoso, decente y objetivo.

Un día hubo un llamado a la galería de arte: un tipo que decía que era veterano de Malvinas y que me quería conocer. Este era otro de los momentos en que los isleños me hubieran dicho : No te metas. Y menos en un encuentro de esta naturaleza. Pero levanté el teléfono y hablé con esta persona. Su nombre era Miguel Savage , veterano del famoso regimiento 7 . Acordamos en encontrarnos esa tarde. Yo pensé: Cómo puedo viajar a la Argentina, pintar acerca de mis sentimientos sobre la guerra del ’82 , incluso vender mis cuadros en Buenos Aires y evitar el tema primordial, que era encontrarme con los argentinos, hablar con ellos, y entender cómo sentía y pensaba el «otro lado».

No soy buen hablador, no se de conversaciones cuidadas y prolijas, pero había algo adentro mío, que me decía que debía encontrarme con la gente. Sentía una especie de impulso inconsciente . Así fue que Miguel apareció por la Galería y nos fuimos a tomar un café. Hablamos durante 4 horas. El me dice ahora que parecía aterrorizado. Lo estaba, lo recuerdo bastante bien. Uno no sabe como puede reaccionar un veterano, tienen sobrados motivos para reaccionar de cualquier manera imaginable.

Así que pensaste que podía estar loco ? Me pregunta Miguel .- Si por supuesto , le contesté. Desarrollamos una excelente amistad quedándonos una semana en su casa de Venado Tuerto, provincia de Santa Fé, tomamos mate y comimos asados. Con lágrimas en los ojos nos despedimos en la terminal de ómnibus, y acordamos en que apenas se pudiera , él vendría a visitarnos a las Malvinas en un futuro de Paz. Este años , la posibilidad del viaje de Miguel se hizo realidad de golpe, debido al acuerdo firmado entre la Argentina y Gran Bretaña en donde se ha retornado a un clima mas tranquilo de negociación en el Atlántico Sur. Los argentinos podrán visitar las islas, luego de una veda de 17 años. Miguel me habló a Stanley y los dos hablamos exultantes acerca de su visita para Enero del 2000. Le avisé a mi padre que Miguel vendría y que traería a su esposa y sus dos pequeños hijos, a quedarse dos semanas en mi casa. Le pregunté si estaría dispuesto a subir a las sierras que rodean Stanley junto con Miguel, Y aceptó.

Mi padre ha recibido recientemente un permiso especial concedido por el Regimiento 3 de Paracaidistas Británico para usar la famosa boina colorada en ocasiones especiales de ceremonial. También se hizo cargo en las islas del SAMA ( South Atlantic Medal Association). Es una asociación no política que se ocupa de las necesidades de los veteranos ingleses y lo más notable, ha organizado encuentros entre veteranos ingleses y argentinos para lograr un acercamiento entre los dos lados enfrentados en el ’82. Recuerdo perfectamente el sufrimiento de mi padre durante la guerra, colaborando con el Ejército Inglés para liberar a las Islas de las garras de Galtieri. Le había contado «algo» de mi padre a Miguel en Argentina, pero de una manera «suave»,no quería que esto arruinara nuestra amistad. Miguel se asombró mucho cuando luego se sentaron a charlar.

Miguel tenía 19 años cuando llegó a las Malvinas en 1982. Había hecho el servicio militar en una oficina todo el año , pero fue incorporado al Regimiento 7 igual, porque faltaba gente. Cuando llegó , él y su unidad marcharon desde el aeropuerto local a sus posiciones en la zona de Monte Longdon. Hay muchas historias acerca de conscriptos famélicos y de oficiales malísimos, aquí en Stanley. Lo cierto es también que había una enorme diferencia entre los conscriptos del 7 de La Plata y el 3 Parachute Regiment. Para poder sobrevivir , Miguel y sus mal entrenados compañeros tuvieron que robar comida. Lo logística que los mantendría alimentados e informados no existió. Miguel perdió 17 kilos en los dos meses que duró la guerra, viviendo en pozos en las colinas que rodean Stanley y al día de hoy sigue sin perdonar a los oficiales argentinos. Había comida argentina en Stanley, containers y galpones llenos, le cuento. Si, me dice, pero nadie se preocupó por distribuirla a los regimientos de la primera línea. Podríamos haber muerto por desnutrición, en manos del Ejercito Argentino.

No sé si este tipo de hechos realmente le importan a alguien. Hay un nacionalismo extremo que ciega a la gente y creo que a nadie le importó que los conscriptos se murieran de hambre en esos pozos congelados.

Acerca de la venida de Miguel, sinceramente temí que este viaje no solucionara nada para él, ni a nadie. Mi padre no es de las personas que esconden sus sentimientos, y pensé que esto le vendría bien a Miguel. Los dos eran veteranos y tenían algo en común. Había notado en los dos ciertos puntos de coincidencia. Nos ponemos de acuerdo en subir juntos a la zona de Logdon en 4×4 . Miguel le mostraría a mi padre su trinchera en la ladera de Longdon y luego iríamos a la cima, donde estuvo mi padre, unos 500 metros al sudoeste.

Sabías que mi abuelo fue oficial de la RAF durante la 2da Guerra Mundial ?- Miguel dijo. Fue voluntario para Inglaterra. Estaba muy preocupado durante mi estadía aquí en el ’82. El sabía muy bien como eran los ingleses en guerra. Le mostró a mi padre las fotos de su abuelo en uniforme de la RAF y su record de servicio. También le mostró una foto de él mismo al ser liberado del Regimiento 7 , en La Plata al finalizar la guerra. Un pibe raquítico con cara de bebé y pura alegría corriendo hacia los brazos de su madre. «foto especial para un hijo»- dice mi padre , – si, era la última del rollo. Mi papá la sacó.- dice Miguel. Mi madre murió un par de años después, creo que fue debido al stress que sufrió durante la guerra – dice.

Cuando caminé por primera vez aquí , sentía algo raro. lo sentí familiar, muy británico, tipo Témperley, el barrio de mis abuelos. Las casas, los jardines, sentí que conocía el lugar, que había estado antes. Hablé con un viejito isleño que encontré en la calle. Le pregunté que le parecía que iba a pasar. Me dijo: Oh- los Ingleses vendrán y habrá guerra , habrá artillería, ninguna duda, muchacho. Me preocupó, todos pensábamos que no iba a pasar nada. Le escribía a mi madre diciendo que estaba todo bien, para tranquilizarla pero estaba todo mal . Hacía tanto frío, (-15 -20 grados) .No teníamos suficiente comida para mantenernos calientes y fuertes. Robábamos comida de algún galpón y la escondíamos en cajas vacías de munición, engañando así a nuestros oficiales. Les pedíamos a nuestras familias encomiendas con descripción detallada de lo que queríamos. Enviaron 53, solo llegó una. -cuenta Miguel

Llegamos a la posición de Miguel : una zona tipo arroyo seco muy descampada en la ladera de Longdon. Ahí estuvo los dos meses. Encontramos restos de las carpas , cantimploras borceguíes, dentífrico, todos los elementos que Miguel y sus amigos usaros. ¡Es increíble ! Aunque parece conmovedor , Miguel no tuvo ni tiempo para emocionarse, saltaba como un chico levantando pedazos de lona y pavas retorcidas .- Mira ! Encontré el cilindro de acero inoxidable que usábamos para servir la comida. No lo puedo creer ! Se lo quiere llevar a la Argentina. Tiene dos perforaciones enormes de esquirlas . Te parece que me autorizarán a llevarlo? -Pregunta. Podemos averiguar, le contesto.

También encuentra el pozo donde él y 7 soldados más salvaron sus vidas milagrosamente porque se metieron allí durante 8 horas mientras ocurría un impresionante ataque sobre Longdon por parte del Regimiento 3 de Paracaidistas. A algunos se les ordenó reforzar la cima de Longdon, a nosotros a dispara con un mortero. Una vez que nos vieron, fue terrible. Nos cayeron toneladas de hierro caliente cavamos este pozo en la turba y nos arrastramos adentro. Afuera, el que no tenía un refugio como la gente , no sobrevivió. Cuando caían las bombas los soldados se desintegraban enfrente nuestro. Un morterazo cayó a centímetros nuestro matando a un compañero e hiriendo a otro. Me salvé milagrosamente. Recé muchísimo. No quería morir aquí !

Tomamos fotos juntos. Mi padre lo escucha a Miguel muy atentamente , como entendiendo perfecto lo que dice. Alrededor de la trinchera de Miguel , está lleno de enormes cráteres causados por la artillería. Son negros y hondos en la turba. Continuemos en los vehículos a la cima de Longdon que está muy cerca. Mi padre, con Miguel, y yo en mi jeep con Andrea (la mujer ) y sus dos pequeños hijos.

El terreno que atravesamos es esponjoso y azotado por fuertes vientos. Las escarpadas laderas de Longdon están llenas de rocas de cuarzo que se levantan de la turba como si fueran 1000 lápidas. Aunque es pleno verano, aquí en las Malvinas, el viento es helado y en la cruz erigida por el Regimiento de Paracaidistas británico, es imposible aguantarlo mucho tiempo. Decidimos bajar un poco y sentarnos al resguardo de unas rocas a charlar. Ninguno tiene temor de hablar honestamente acerca de lo que pasó aquí hace ya 18 años. Para Papá es la primera vez que hace algo semejante. Y obviamente para Miguel también. Andrea no puede creer que en este mismo lugar donde estamos sentados, hubo hombres matando , gritando y muriendo. Todavía quedan muchos remanentes del combate. Algunos refugios todavía obvios, lonas de carpas, borceguíes, dentífricos. Mi padre propone un brindis por los que pelearon en ese lugar. No es glorificado ni nacionalista. Es decente. Y en memoria de aquellos hombres que sobrevivieron lo mejor que pudieron a una situación horrorosa, mientras aquellos que la pergeniaron nunca tuvieron idea de lo que se trató. Hacemos un gran esfuerzo por contener las lágrimas mientras tomamos sorbos de brandy de la petaca de papá y Miguel bromea de la insignia de la petaca, (el escudo del Reg. 3 Paracaidista), aunque la broma está cargada de una enorme tristeza por lo que ocurrió. Juntos tratamos de entender esto, como un recuerdo de la niñez, que fue horrible, de hombres que eran enviados a la guerra y no volvieron, como cuando sentís un vacío de remembranza que te ahorca y no te permite olvidar. Mientras alrededor tuyo la gente que no lo ha experimentado se desespera por entender.

Miguel y Terry junto a un monumento en Longdon
Miguel y Terry junto a un monumento en Longdon

Al día siguiente acordamos encontrarnos en mi casa para ver las fotos, y tomar un whisky con cola. Compro una marca de whisky que usualmente consigo en la Argentina cuando viajo. Es como jugar con el pasado, como crear una especie de terreno neutral para poder aprender lo mas posible de la gente y de mi mismo.

Les he perdido el respeto por completo a aquellos que piensan en blanco ó negro. Eso sólo existe para los políticos, que juegan con las personas que supuestamente representan. Mi padre peleó por su tierra y por lo que creía correcto. Miguel lo respeta mucho por esto. A él le cae bien mi padre. A mi padre también le cae bien Miguel. Y esto me hace sentir que a pesar de la tragedia las personas se pueden respetar y amar unas a otras. La historia de Miguel, es aquella de sobrevivir pero en contra de lo que sus oficiales trataron de forzar: – una pasión nacionalista sobre las espaldas de desesperados y mal entrenados conscriptos sin tener en cuenta la vida humana.

Ahora lo quiero a Miguel como amigo, así como continúo queriendo a mi padre. Conozco la historia de Miguel y también conozco la de papá.

La verdad es algo tan abrumadoramente real y sagrado que continuaré trabajando para develarla.

James Peck – Artista Malvinense

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