El soldado que volvió a Malvinas

La Nación, 3 de febrero de 2000
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A 18 años del fin de la guerra, un ex combatiente regresó a las islas para ver las ruinas de su campamento

Cascos oxidados, ropa militar deshecha, camillas rotas, papeles manuscritos y armas viejas. Todo a cielo abierto y bajo la acción de los intensos vientos que caracterizan la vida en las islas. Ese es el panorama que ofrecen hoy los campos de batalla en Malvinas, a 18 años del fin la guerra.

Hace 19 días cuatro argentinos, uno de ellos un ex combatiente, llegaron hasta el área en la que se desarrollaron los enfrentamientos terrestres en 1982.

«Todo estaba tan igual que no podíamos creer que hubieran pasado ya casi dos décadas desde que terminó la guerra», contó Hugo Apesteguía, director del diario La Opinión, de Pergamino, que llegó por primera vez al archipiélago con un desafío: recorrer las islas de cabo a rabo en bicicleta.

Este grupo de aventureros pudo cumplir su sueño de conocer Malvinas gracias a que el 16 de octubre del año último se reanudaron los vuelos comerciales con las islas.

Para Apesteguía, como para sus compañeros de viaje, Pablo Molina, un profesor de educación física de 27 años, y Fernando Nus, de 35 y granjero, la travesía representó un reto deportivo. Para Miguel Savage, de 37, el desafío fue aún mayor. Este ex combatiente emprendió un viaje de regreso. A una tierra en la que vio morir a varios de sus compañeros y de la que salió -sin saber cómo- con vida.

El regreso del soldado Para Savage, el viaje fue otro. Carpas deshechas, refugios de piedra, cráteres de bombas, cañones todavía en pie. Según cuenta Apesteguía, el reencuentro de este ex soldado con lo que fue su campamento fue una experiencia conmovedora . Los hallazgos a cielo abierto, que para un explorador común podrían ser piezas de un museo de guerra, para Savage fueron fragmentos de una historia que, según dice, todavía esta en el sano proceso de cerrar.

El Monte Longdon , a 10 km de Puerto Argentino y la base militar del Regimiento 7 de Infantería de La Plata, al que perteneció, 18 años después de la guerra era tan sólo un montón de despojos.

«Lo más impactante para todos fue cuando Miguel encontró la pala con la que cavó la trinchera, en la que se escondió y salvó su vida el día en que los ingleses bombardearon su campamento», cuenta Apesteguía.

Después del ataque, vino el repliegue a Puerto Argentino. Tuvieron que huir dejando todas sus pertenencias y con la única misión de salvar sus vidas. Por eso, lo que las bombas no destruyeron, quedó allí, intacto por todo este tiempo. Nadie volvió a buscarlo.

Para Savage, la guerra fueron 60 días en los que soportaron temperaturas de hasta 25 bajo cero , pasaron desnutricion, perdida de 20 kilos y mas…y hasta tomaron agua de los charcos.

Tenía 19 años y estaba en el servicio militar cuando explotó el conflicto bélico en las islas Malvinas. Hoy tiene una medalla de ex combatiente y vive en Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe. Se casó, tuvo dos hijos y puso un comercio de venta de productos siderurgicos

Según cuenta, la historia que lo llevó a la guerra, cuando todavía era un adolescente, no tuvo un fin hasta que pudo regresar a las islas. «Ahora sí terminó la guerra para mí», confesó.

«Encontramos cosas que parecía absurdo que estuvieran ahí después de tanto tiempo. Un horno, una sartén, un libro, una cantimplora», cuenta Apesteguía.

La sorpresa del ex combatiente fue grande. Según dijo, allí estaba la cocina a la que los soldados bajaban a robar comida. «Pasábamos tanta hambre», recordó Savage.

Desde el 15 de enero último, hasta el 22, los viajeros recorrieron ese y otros campos de batalla, siempre a bordo de sus bicicletas. Caminos de ripio, que rara vez transitan los habitantes de las islas.

«Teníamos que andar con cuidado, porque ninguno domina el inglés y hay carteles que alertan sobre la existencia de campos minados, que jamás se desactivaron después de la guerra», relató Apesteguía.

Cuando pasaron frente a unas construcciones subterráneas de piedra, los viajeros le preguntaron si ésos eran sus refugios. «No -les contestó Savage-, eso para nosotros era casi como un hotel cinco estrellas. Nosotros (los soldados) nos refugiábamos en pozos hechos en la tierra. Ahí podíamos pasar días esperando no ser descubiertos y rogando que no nos mataran.»

Preguntas de un sobreviviente El ex soldado volvió a Malvinas para buscar la respuesta a tantas preguntas que la guerra dejó abiertas. «Por qué aquella guerra, por qué se lo considera un sobreviviente, por qué él, que era un chico de 19 años que hacía el servicio militar, hoy debe llevar la impronta de ex combatiente», cuenta Apesteguía.

«Por haber tenido la suerte de no caer en combate, chicos como Miguel hoy no son reconocidos como héroes. Muchos no consiguen trabajo, otros se suicidan. Ese fue el triste legado que dejó la guerra para ellos», agregó con su voz entrecortada.

Después del regreso a Malvinas, algunos cuestionamientos de Miguel Savage se cerraron. Otros, todavía, esperan por una respuesta.

Por ejemplo la irresponsabilidad, la ineptitud y en muchos casos la cobardia de quienes fueron sus superiores

«El servicio militar obligatorio se tendría que haber acabado después de Malvinas, y no después del caso Carrasco, porque allí quedó totalmente demostrado que un ejército en esas condiciones no puede enfrentar ninguna guerra», fue la conclusión que Savage sacó de este viaje plagado de duros recuerdos.

Evangelina Himitian

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